A lo largo de nuestra vida, y de manera
cotidiana, estamos vinculados y nos relacionamos con otras personas, de acuerdo
a nuestras actividades, intereses, aficiones, hobbies, etc. El ser humano no
podría vivir sin relacionarse con otros humanos, puesto que tiene una esencia
de “ser social” que lo dispone siempre a accionar en conjunto con otras
personas, en diferentes ámbitos.
Desde que nacemos, somos parte de lo que se conoce como grupo
social primario: nuestra familia. Con nuestros papás, hermanos, abuelos, tíos,
primos, etc; establecemos los primeros vínculos sociales posibles, y es donde
adquirimos habilidades como caminar, hablar, manipular objetos, escribir (o al
menos intentarlo) o dibujar, interrogar cuando no sabemos qué es o significa
algo, etc. En esta clasificación también se encuentran los primeros grupos por
fuera del círculo familiar compuestos por amigos y compañeros, en diferentes
ámbitos: la escuela, el club, los amigos del barrio.
Luego, los grupos sociales secundarios son aquellos que con
los demás integrantes, compartimos objetivos, metas o intereses comunes, y por
eso somos parte de ese mismo espacio social. Con nuestros compañeros de la
escuela o la universidad, compartimos nuestro objetivo de completar estudios, y
en el caso de la universidad, obtener un título profesional en un área que nos
gusta y atrae. Con nuestros compañeros del club de básquet, tenemos el objetivo
que nos hemos propuesto al comenzar la temporada: superar al menos el tercer
puesto de la clasificación, que logramos el año pasado. Si asistimos a un
centro de arte, con las demás personas que asisten compartimos el gusto por
pintar con óleos y la meta es perfeccionar cada vez más las técnicas que
utilizamos.
Pero además, con los integrantes de los grupos a los cuales
pertenecemos compartimos también elementos (no todos, pero sí algunos):
habilidades lingüísticas (hablamos el mismo idioma o podemos comunicarnos en un
idioma común), conocimientos técnicos o académicos, religión o creencias,
tradiciones, hábitos, prácticas, modos de vestir y modos de hablar, etc. Otra
característica de los grupos es la adopción o creación de una identidad
comunitaria: alumnos de escuelas que se visten con determinado uniforme, una
marcha o canción que identifica a una asociación política, el logotipo de una
organización no gubernamental, el escudo de un club deportivo, el nombre y lema
de un centro artístico.
Así, y de la misma manera que cuando éramos niños y dentro de
nuestro grupo social primario (la familia) aprendíamos las habilidades básicas
que necesitaríamos para nuestra vida, dentro de los grupos sociales secundarios
nutrimos aún más nuestro potencial de habilidades y adquirimos todo el tiempo
conocimientos nuevos.
Somos un grupo de amigos inconformes
con la situación de nuestra sociedad y este espacio es la forma de protestar
por tantas injusticias.
La voz del pueblo es la voz de todos.