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Al mejor estilo de las dictaduras, la administración municipal de Jamundí controlada por el partido de la U, ataca la libertad de prensa en el municipio.
El
miércoles 4 de octubre, hacia las 11 de la mañana, varios ejemplares de la
edición impresa del periódico Impacto fueron entregados en algunas dependencias
de la Alcaldía. A algunos visitantes y también a unos cinco funcionarios, entre
ellos al señor Antonio Espinosa Ortega, quien hizo un gesto de indignación
cuando comenzó a leer la primera página.
Efectivamente,
la publicación de octubre muestra en portada el estado de abandono del parque
principal, bajo el título "Los 7 Ríos, parque de vergüenza", y tres
noticias principales: "Jamundí: Huecópolis", "Inseguridad,
sumada ahora al caos y al desgobierno" y "SOS bomberil por condominios".
Se
pidió permiso a la señora que atiende la correspondencia y al señor Wilfredo
Wagner, ese día portero de turno, para dejar 60 periódicos en el mostrador y
que los tomaran los visitantes, tal y como se hace con volantes y papeles de
publicidad de droguerías, restaurantes y excursiones, entre otros, que inundan
el mesón principal.
Un
líder de barrio solicitó en la calle un ejemplar de Impacto unos cinco minutos
después de haber dejado los periódicos en la mesilla de la entrada porque ya se
habían acabado. ¿Tan rápido?, se preguntó el director de Impacto. Y como tenía
reservas, ingresó nuevamente con otro paquete de 50 periódicos pero el portero
Wilfredo Wagner se interpuso, dijo que le acababan de dar la orden de no
permitir repartirlos dentro de la Alcaldía y que si los dejaba en el sitio
inicial él mismo "los botaba".
¿Orden
de quien?, fue la pregunta, pues la única que puede hacerlo es la secretaria de
Gestión Institucional (jefa de personal), Lizeth Parra, o en su defecto la
alcaldesa (e) en ese momento. "Es una orden y punto", respondió con
agresividad el portero. Al otro día, el mismo señor Wagner comentaba ante
varios funcionarios de despacho, a manera de chiste, cómo habían recogido y
botado los periódicos, hecho que justificaba en que el señor Espinosa
"estaba muy furioso y no le había gustado para nada".
ANTONIO
ESPINOSA ORTEGA
Tardaron
casi dos semanas, mientras la doctora Parra se recuperaba de una licencia de
incapacidad, para que conociera los hechos y tomara las medidas pertinentes.
Logró, según le respondió ella a Impacto, que el señor Espinosa no creyó ético
que se repartieran los ejemplares dentro del edificio cuando se hacían unas
denuncias como las mencionadas.
El
señor Espinosa le respondió a la jefa de Personal que lo único que hizo fue
tomar los periódicos y entregarlos a las personas que pasaban por el andén. ¡Impacto
considera que es un gesto que debe ser premiado y aplaudido!. Mentira. La
verdad fue que los botaron a una caneca, según lo contó con mofa el portero
Wagner a sus allegados.
La
doctora Parra le dijo también a Impacto que el procedimiento fue hecho por el
funcionario Espinosa a título personal y no como miembro de la Administración,
por lo cual no ameritaba una investigación disciplinaria.
También
pidió aportar pruebas como audio, video o foto para sustentar la versión de
Impacto. ¿Será que se tomaron el trabajo de mirar los registros de las cámaras
de seguridad instaladas en la entrada principal de la Alcaldía, donde sucedió
el hecho denunciado?. ¿O después de dos semanas se habrán borrado esas pruebas
fílmicas, por ser extraordinarias?
Hubo
que esperar 15 días para recibir una respuesta insatisfactoria a una flagrante
violación de la libertad de expresión, de la libertad de prensa, porque a un
funcionario no le gustó lo que allí se decía y se dio el lujo de mandar a
recoger los ejemplares, con orden tácita de por medio, sin tener facultad para
ello.
Y
resulta que ese funcionario, Antonio Espinosa Ortega, el "mandón" de
turno, que ordenó botar los ejemplares de Impacto, es nada más ni nada menos
que el cuñado del exalcalde Jhon Fredy Pimentel.