Antes que nos adentremos a ese
terrorífico pero real título de esta pequeña charla, es importante resaltar o
conocer inicialmente que la corrupción afecta de manera negativa no sólo el
desarrollo económico y el combate a la pobreza, sino también la distribución
del ingreso, la legitimidad del sistema político, la viabilidad del Estado, y
el grado de criminalidad.
Más aún, la corrupción puede ser
vista como un “impuesto adicional” que termina por perjudicar más a aquellos
con menos recursos. Adicionalmente, la ciudadanía en general, pero más la del
escasos recursos, sufren los efectos de la corrupción, pues éste cáncer impacta
la calidad de los distintos servicios públicos que ofrece el gobierno, como
salud, educación, programas de apoyo social o la emisión de licencias y
permisos, por mencionar algunos.
Pero es la familia lo que nos
importa en esta charla, erigiéndose como el origen del mal que hoy nos corroe,
la corrupción y veremos por qué.
Sabemos que la familia es el
grupo humano más importante en la vida del hombre. Es la institución más
estable de la historia de la humanidad. El hombre vive en familia, se
desarrolla y crece en la que nace, y, posteriormente se reproduce y muere en la
que el mismo crea, no siempre obviamente, pero por regla general si.
Es innegable que, cada hombre o
mujer, al unirse como pareja, aportan a la familia recién creada su manera de
pensar, sus valores y actitudes. Posteriormente trasmiten a sus hijos, los
modos de actuar con los objetos, formas de relación con las personas, normas de
comportamiento social, que reflejan mucho de lo que ellos mismos en su temprana
niñez y durante toda la vida, aprendieron e hicieron suyos en sus respectivas
familias, para así crear un ciclo que vuelve y volverá a repetirse.
Por ello educar de manera
correcta al niño exige que, desde muy temprana edad se le enseñen ciertas
normas y hábitos de vida que garanticen tanto su salud física y mental así como
su ajuste social.
El niño, en cada una de las
etapas de su vida, debe comportarse de una manera adecuada, congratularse con
todo aquello que se espera de él, pero, para que así sea, es indispensable
sentar previamente ciertas bases de organización de la vida familiar que le
permitan tener las condiciones mínimas para lograr un desarrollo físico y
psíquico adecuado.
Frecuentemente se le pide al niño
que no riegue, que se peine y lave las manos, que no se manche la ropa, etc. Si
no actúa adecuadamente, es porque no se han formado estos hábitos desde su más
tierna infancia. De ocurrir esto se ha educado erróneamente al niño y esta
falla hay que atribuírsela a los padres. Un hábito no es más que la forma de
reaccionar frente a una situación determinada, que se obtiene a través de un
entrenamiento sistemático; o sea, es la tendencia que existe de repetir un acto
que se ha realizado previamente y que, una vez establecido, se realiza
automáticamente, sin necesidad de analizar qué se está haciendo.
Para que el niño adquiera las
normas y hábitos necesarios es indispensable que los padres organicen su vida,
es decir, que le establezcan un horario de vida. Si se desea que el niño forme
un hábito, primeramente hay que mostrarle cómo debe actuar.
Partamos de que el niño recoge de
su hogar, lo que sus padres, hermanos y demás familiares de su entorno le
enseñan, pues desde el seno del hogar ese niño, aprende a conocer y admirar lo
bello, lo feo, a decir la verdad o a mentir, a compartir sus cosas o ser
egoísta, a respetar la bandera, el himno o la flor del jardín ajeno, sin
desconocer que ese aprendizaje va a estar matizado por el tono emocional que le
impriman los padres, los adultos que le rodean, por la relación que con él
establezcan y, MUY ESPECIALMENTE, POR EL
EJEMPLO QUE LE OFREZCAN.
Parece descabellado y quizás
fuerte ese título para esta pequeña charla, LA FAMILIA COMO FOCO INICIAL DE CORRUPCION pero nos vamos a dar
cuenta que ES UNA CRUEL REALIDAD,
pues vemos a diario, así muchos no lo queramos aceptar, como la familia se ha
convertido en ese FOCO INICIAL DE
CORRUPCIÓN.
QUEJARNOS Y HABLAR MAL DE LA CORRUPCIÓN NO CAMBIA NADA; POR ESO TAL VEZ
DEBAMOS IR AL PRINCIPIO DE LAS COSAS Y REVISAR QUÉ TAN HONESTOS SOMOS EN CASA.
En muchos hogares le damos
alcohol a los menores de edad sabiendo que es ilegal, mentimos con frialdad
delante de ellos (si tocan la puerta le decimos que diga que no estamos). Hay
padres se vuelven falsos testigos para proteger a algún hijo de las
consecuencias de sus actos y hasta interponemos demandas legales para defender
al que hizo bullying, al que vendió drogas o golpeó a alguien.
Patrocinamos la falsedad en
documento público permitiendo a sabiendas la utilización de cedulas falsas en
nuestros hijos para que asistan o ingresen a sitios de adultos. Vemos hasta dos
veces la primaria haciéndoles las tareas, para que presenten en la escuela,
pues les enseñamos que es más importante PASAR
ASÍ SEA RASPANDO que aprender.
Le enseñamos a los niños a que se
pongan vayan el parte trasera del vehículo, o que se pongan el cinturón de
seguridad, no por su seguridad, sino porque hay un policía de tránsito cerca.
Muchas veces les pedimos que mientan por nosotros y digan en el teléfono o al
que toca la puerta que no estamos.
Les contamos con orgullo de las
trampas que hicimos en el colegio, como odisea les comentamos que nos pasamos
los semáforos en rojo y delante de ellos practicamos. Nos parqueamos en donde
está prohibido y les decimos que si ven un policía nos avisen, no respetamos
las filas, ni en los sitios públicos ni en las calle; en síntesis, les
enseñamos que "en la vida hay que ser vivo mijito" y peor aún,
acolitamos el sicariato a sabiendas de que con su producto, respalda el vivir
de una familia, que desde sus inicios nació siendo corrupta.
Con estos ejemplos ya han hecho
“su materia de corrupción” ya adultos, saben la manera de evadir impuestos,
trampear, mentir, como si fuera algo natural esconder las cosas y después
tenemos la desfachatez de sostener públicamente, que “EL PROBLEMA DE LA DESHONESTIDAD, ES QUE TE DESCUBRAN” o que la
corrupción es inherente al hombre colombiano, y LO JUSTIFICAMOS diciendo, ES
QUE EL COLOMBIANO NUNCA SE VARA.
Entonces, cuando la corrupción
hace presencia en la sociedad, es la misma sociedad quien posteriormente la
objeta y decimos que son faltas de gobernantes, que es la delincuencia de
cuello blanco, que son los delincuentes y personas al margen de la ley, cuando
como familia tuvimos la oportunidad y como padres de familia la superioridad para combatirla.
La corrupción no es un problema
exclusivo de las altas esferas, o de ciertos exmandatarios. Las personas de a
pie como nosotros, en su círculo más cercano, también normalizan y reproducen
su práctica. La corrupción permea todos los ámbitos de la sociedad y nos
rasgamos las vestiduras y justificamos su presencia cuando hemos sido nosotros
como familia quienes hemos educado nuestros jóvenes para que con nuestro
ejemplo, materialicen la corrupción.
Da tristeza decirlo, pero para
mí, es la familia el origen de la corrupción en más de un 90%. Son pocas las
familias que aportan ese grano de oro al fortalecimiento de la moral y las
buenas costumbres en nuestro entorno ciudadano.
Entonces, como parte de las
estrategias para prevenir la corrupción consideramos la gran importancia en el FORTALECIMIENTO DE LA EDUCACIÓN EN VALORES
CIUDADANOS Y EN EL RESPETO POR LAS REGLAS DE LA LEY Y LAS INSTITUCIONES
DEMOCRÁTICAS, de manera que transmitan a los jóvenes cuáles son las
distintas consecuencias –individuales y colectivas-, de un actuar corrupto y
del desapego a las reglas, por eso es importante educar a los futuros
ciudadanos en valores de integridad, ciudadanía, transparencia, pues ello
conduce a prevenir la corrupción, importante resaltar que a mayor educación
cívica hay menos permisividad de prácticas corruptas y menor tendencia a violar
la ley. VOLVER A CREER CONSIDERA QUE
EDUCANDO A LA FAMILIA, SE HARÁ TRANSITO AL NACIMIENTO DE UN NUEVA GENERACIÓN
QUE ENRUTE LOS DESTINOS DE JAMUNDI POR EL CAMINO DE LA HONESTIDAD Y EL
CUMPLIMIENTO DE LAS NORMAS CIUDADANAS.
Según el Banco Interamericano de
Desarrollo, a través de su División de Capacidad Institucional del Estado
(IFD/ICS), con el apoyo de la Organización de Estados Americanos (OEA), a
través de su Oficina de Educación y Cultura y del Portal Educativo de las
Américas (PEA), ha decidido apoyar la confección de un curso educativo virtual
que permita, por un lado, aumentar las capacidades de docentes para la
enseñanza de valores de integridad, transparencia y legalidad, y por el otro, prevenir
la corrupción a través de una mejor formación cívica de los futuros ciudadanos
de la región, al cual podemos tener acceso y compartirlo en familia.
De hecho, y de acuerdo al último
Índice de Percepción de la Corrupción, que en esta ocasión midió el
estado de 176 países de todo el mundo, Colombia ocupa el puesto 90 con una
puntuación de 37, igual que Indonesia o Marruecos.
Colombia necesita más ciudadanos
que entiendan que “LAS CONSECUENCIAS DE
CADA ACTO ESTÁN INCLUIDAS EN EL PROPIO ACTO”. Personas íntegras, completas,
con sentido crítico y compromiso cívico que, más allá de buscar el bien propio
se cuestionen cómo sus actos corruptos, malintencionados y egoístas afectan al
vecino, al compañero de trabajo, al hermano y al padre. Actos delictivos con
mayor o menor incidencia en la vida de los demás, pero con un mismo resultado:
Se perpetúan en las bases de la sociedad el flagelo de la corrupción y la
desconfianza.
EN ESTE INSTANTE PREGUNTÉMONOS. ¿QUÉ TIPO DE CIUDADANO ESTAMOS
FORMANDO? ¿QUÉ MODELO DE SER HUMANO ESTAMOS DEJANDO COMO HERENCIA?
Las competencias, positivas y
negativas, no son innatas; son una construcción del ser que comienza desde los
primeros años de vida, se consolida en la niñez y la juventud y se cultiva con
la adultez. Es en este contexto donde la figura de padres de familia y de las
instituciones educativas se vuelve decisiva. De ellos depende formar a futuros
ciudadanos honestos, justos y honrados que rompan con este círculo vicioso de
la corrupción, del recelo y la malicia.
El proceso de formar sujetos
políticos desde la cuna implica, ENSEÑAR
QUE COMO CIUDADANOS EL MUNDO NO ES DE FAVORES SINO DE DEBERES Y OBLIGACIONES.
Uno como peatón no puede exigir
respeto al resto de conductores de vehículos, si cuando vas en la bicicleta o
en tu moto, arrollas a cualquier caminante porque está en una posición de
superioridad.
Deben respetarse las señales, las
normas de convivencia y la integridad del otro para poder luego exigir un trato
idéntico.
Debemos respetar las leyes y
dejar que la autoridad si corrupción, exija su cumplimiento.
El reto hoy, es que hay que
comenzar a formar ciudadanos consecuentes con lo que dicen y lo que hacen.
Por eso mis amigos, por algo hay
que empezar hoy, pues mañana podría ser demasiado tarde.
Por: Edgar Franco