Aunque
nos cueste aceptarlo, la sociedad colombiana y en este caso particular La
Jamundeña, está sumergida como diría Caillois
en una “Segunda Realidad”. Y es que falta ver con que entusiasmo nos disponemos
a celebrar en unión y alegría un partido de la selección colombia, la final del
fútbol colombiano, la carrera de Nairo o un triunfo de Yuri Alvear -no es que este diciendo que no haya que
celebrarlo, al contrario; estos acontecimientos hay que apoyarlos y
disfrutarlos entre todos.- y los demás hechos que ocurren de gran importancia
en nuestro entorno y que nos afecta a todos por igual, a nuestra vida, a
nuestro pensar, a mi bienestar, también debería ocasionar en nosotros UNIÓN y
MOVILIZACIÓN, pero ¡No!.
Nos
quedamos en SILENCIO ante la más grande entrega de armas en la Historia Trágica
de colombia. Enmudecemos cuando debemos salir a la calle a luchar por la
educación de nuestros hijos. Somos estatuas ante el cambio climático, el alza
de los impuestos, la salud en ruinas, las luchas indígenas, los paros a nivel
nacional, la muerte diaria de líderes que se oponen a vivir en condiciones de
miseria, nuestra doble moral. Ni siquiera nos preocupamos por mejorar a diario
nosotros mismos. Entonces me surgen preguntas como: ¿Cuáles son las condiciones
que hace que el pueblo se una para ciertos eventos y para otros no? ¿Qué hace
que ese fervor utilizado para apoyar un equipo de fútbol (por ejemplo) no lo
usen para defender SUS VIDAS? ¿Qué nos hace tan CIEGOS? LAMENTO tener que atribuir
la responsabilidad a la forma como desde la Familia que es el “Núcleo Cristiano
de la Sociedad” hemos sido educados.
La
educación, que es la responsable de construir las bases del pensamiento humano,
de mi capacidad de análisis, de mis criterios e interpretación de la vida, ni
siquiera es medianamente tomada en serio por todos aquellos a los que nos
corresponde esa labor de educar. Y nombro a “todos aquellos a los que nos
corresponde”, porque es sin duda alguna la labor de cada uno de nosotros, el
formarnos e instruir al que no se ha formado. Pero al menos que podamos aceptar
una forma diferente de ver la vida, de ser conscientes de la labor diaria,
fundamental para sobrevivir y para que otros vivan mejor, pero que nos exige
horas de vida y por lo tanto, como exige VIDA, exige también que YO como ser
pensante, comience a entender de qué manera gasto mi tiempo y en qué forma
estoy viviendo; sí como ganado a la espera de ser sacrificado o como un ser
consciente del VALOR que tiene su vida y que no está dispuesto entregarla a
ningún PRECIO.
Al
final nos hace falta sacudir el espíritu, empezar a PENSAR, a tomarnos la molestia
de “Empezar a Pensar” porque ni siquiera eso hacemos, hace falta leer,
enterarnos de lo que pasa en Jamundí, en el valle, en colombia. Hace faltar
leerse una novela, un cuento, conocer la historia. Renunciar a ese facilismo en
el que hemos caído y que E. Zuleta tan genialmente describió. Hace falta dejar
de seguir modelos y romper esquemas, hace falta dejar de seguir a los ladrones
de cuello blanco, hace falta más colegios y menos iglesias, hace falta más
consciencia y menos conformismo con la vida que llevamos, hace falta que de una
vez por todas usted y yo pensemos en
¡UNIRNOS A DEFENDER SU VIDA Y LA MÍA!, hace falta que entendamos que hasta en
los actos más relevantes del ser humano como “Nacer y Morir”, necesitamos de
OTRO para ello. Hace falta dejar de ser tan necio y escuchar estas nuevas voces
que nos invitan a crecer, a pensar en que otro mañana diferente a esta
pesadilla en la que vivimos es posible, a que entendamos que usted y yo somos
exactamente igual y que esa condición nos debe de dar la fuerza para LUCHAR.
Esta es la Gran Final, donde debemos decidir qué hacer y como jugar el gran
partido de nuestras vidas. ¿Y tú que de que juegas?
Por: Jhoan Ramírez