lunes, 19 de junio de 2017

LA GRAN FINAL (Columna de opinión)




Aunque nos cueste aceptarlo, la sociedad colombiana y en este caso particular La Jamundeña, está sumergida como diría  Caillois en una “Segunda Realidad”. Y es que falta ver con que entusiasmo nos disponemos a celebrar en unión y alegría un partido de la selección colombia, la final del fútbol colombiano, la carrera de Nairo o un triunfo de Yuri Alvear  -no es que este diciendo que no haya que celebrarlo, al contrario; estos acontecimientos hay que apoyarlos y disfrutarlos entre todos.- y los demás hechos que ocurren de gran importancia en nuestro entorno y que nos afecta a todos por igual, a nuestra vida, a nuestro pensar, a mi bienestar, también debería ocasionar en nosotros UNIÓN y MOVILIZACIÓN, pero ¡No!.

Nos quedamos en SILENCIO ante la más grande entrega de armas en la Historia Trágica de colombia. Enmudecemos cuando debemos salir a la calle a luchar por la educación de nuestros hijos. Somos estatuas ante el cambio climático, el alza de los impuestos, la salud en ruinas, las luchas indígenas, los paros a nivel nacional, la muerte diaria de líderes que se oponen a vivir en condiciones de miseria, nuestra doble moral. Ni siquiera nos preocupamos por mejorar a diario nosotros mismos. Entonces me surgen preguntas como: ¿Cuáles son las condiciones que hace que el pueblo se una para ciertos eventos y para otros no? ¿Qué hace que ese fervor utilizado para apoyar un equipo de fútbol (por ejemplo) no lo usen para defender SUS VIDAS? ¿Qué nos hace tan CIEGOS? LAMENTO tener que atribuir la responsabilidad a la forma como desde la Familia que es el “Núcleo Cristiano de la Sociedad” hemos sido educados.

La educación, que es la responsable de construir las bases del pensamiento humano, de mi capacidad de análisis, de mis criterios e interpretación de la vida, ni siquiera es medianamente tomada en serio por todos aquellos a los que nos corresponde esa labor de educar. Y nombro a “todos aquellos a los que nos corresponde”, porque es sin duda alguna la labor de cada uno de nosotros, el formarnos e instruir al que no se ha formado. Pero al menos que podamos aceptar una forma diferente de ver la vida, de ser conscientes de la labor diaria, fundamental para sobrevivir y para que otros vivan mejor, pero que nos exige horas de vida y por lo tanto, como exige VIDA, exige también que YO como ser pensante, comience a entender de qué manera gasto mi tiempo y en qué forma estoy viviendo; sí como ganado a la espera de ser sacrificado o como un ser consciente del VALOR que tiene su vida y que no está dispuesto entregarla a ningún PRECIO.

Al final nos hace falta sacudir el espíritu, empezar a PENSAR, a tomarnos la molestia de “Empezar a Pensar” porque ni siquiera eso hacemos, hace falta leer, enterarnos de lo que pasa en Jamundí, en el valle, en colombia. Hace faltar leerse una novela, un cuento, conocer la historia. Renunciar a ese facilismo en el que hemos caído y que E. Zuleta tan genialmente describió. Hace falta dejar de seguir modelos y romper esquemas, hace falta dejar de seguir a los ladrones de cuello blanco, hace falta más colegios y menos iglesias, hace falta más consciencia y menos conformismo con la vida que llevamos, hace falta que de una vez por todas  usted y yo pensemos en ¡UNIRNOS A DEFENDER SU VIDA Y LA MÍA!, hace falta que entendamos que hasta en los actos más relevantes del ser humano como “Nacer y Morir”, necesitamos de OTRO para ello. Hace falta dejar de ser tan necio y escuchar estas nuevas voces que nos invitan a crecer, a pensar en que otro mañana diferente a esta pesadilla en la que vivimos es posible, a que entendamos que usted y yo somos exactamente igual y que esa condición nos debe de dar la fuerza para LUCHAR. Esta es la Gran Final, donde debemos decidir qué hacer y como jugar el gran partido de nuestras vidas. ¿Y tú que de que juegas?

Por: Jhoan Ramírez