Hoy 20 de julio, celebramos nuestra
independencia, nuestra soberanía como país. Gracias a un evento “fortuito” como
lo fue el Florero de Llorente, dejamos de estar bajo el dominio de España, país
que nos gobernó por varios siglos después del descubrimiento de América en
1492.
Pero bueno, no voy a hablar de esos eventos, los cuales, creo que todos
aprendimos por allá en la básica primaria y que algunos, reforzamos gracias a
nuestros estudios universitarios.
De lo que sí quiero hablar, es de nuestra falsa independencia. Aquella
que no se nos ha sido donada, o mejor aún, esa que ha sido robada, sin que
nosotros como colombianos hagamos algo por cambiar dicha situación.
Los colombianos no somos soberanos, ni libres. No lo somos, porque
nuestros gobernantes saquean, roban, sustraen el erario de la Nación para bien
propio, olvidando el bien de la población en general. Debido a dicha situación
y gracias a nuestros dirigentes, en el año 2016 el país obtuvo 37 puntos en el
índice de percepción de la Corrupción según Transparencia Internacional y el
puesto 90 del ranking de percepción de corrupción formado por 176 países.
De igual modo, es difícil creer que una Nación es libre cuando el Estado
es abandonante, negligente y no presta la atención necesaria a las situaciones
sociales, educativas, culturales y legales de la población.
Una
nación no puede considerarse soberana cuando hay desigualdades sociales
extremadamente marcadas creando con esto ciudadanos de primera y de segunda
clase.
Así mismo, los colombianos no podemos considerarnos soberanos sabiendo
que ciertos de nuestros políticos pretenden crear o formular leyes de la mano
de la Biblia, olvidando que Colombia es un país laico y que este es regido por
la Constitución de 1991.
Nos falta mucho para considerarnos libres y soberanos. Nos falta, porque
no hemos podido liberarnos de males peores de los que tuvo la Colombia de 1810.
Por ejemplo, un país no puede decirse libre, si un expresidente enfermo y viudo
de poder, quiere (a como dé lugar) retornar a donde ya no puede y debido a
esto, busca cualquier medio por desestabilizar una patria frágil y falta de
carácter.
Un país no es soberano, si los periodistas y
los medios de comunicación son amenazados y violentados por grupos ciertos
grupos solo porque se atreven a denunciar o a divulgar información no
conveniente para algunos.
No, los colombianos no somos libres. Nos falta independizarnos de una
clase política enferma y putrefacta. Nos falta independizarnos de la corrupción
de lo público y de lo privado. Es necesario comenzar a cambiar el “chip”
adquirido, el cual nos ha hecho creer que poder es sinónimo de abuso, de
esclavitud y de sometimiento. Nos hace falta ser más sabios a la hora de elegir
nuestros políticos y nuestros dirigentes. Nos falta madurar electoralmente,
para así dejar de votar por el que diga X o Y o por el que nos da un billetico,
un mercado o un plato de comida.
Si cambiamos nuestras acciones políticas y le exigimos a quienes nos
dirigen que hagan bien su trabajo, algún día podremos ser un país libre y
ordenado como reza la insignia de nuestro escudo. Si por el contrario,
continuamos en la misma vía, tendremos otros 207 años (o más, no lo sabemos) de
subordinación, tal vez peor que la vivida antes de 1810.
Como colombianos aún estamos a tiempo de formar una buena nación, cambiarla
depende de todos.
¡Feliz día de nuestra (falsa) independencia!, a pesar de todo, somos felices de
ser colombianos.